viernes, 27 de agosto de 2010

Rafaela

Rafaela te despierta y te dice buendía dulcemente como para espantar el mal humor.
Rafaela te contagia, todo el tiempo de su mala memoria.
Rafaela te sopla el cuerpo en verano, y se echa con vos a tomar sol a la hora de la siesta.
Rafaela no calla de noche. Vive de noche. Calla durante el día. Y los vecinos re contentos.
Rafaela se agita con los tambores, el carnaval y disfruta de los excesos.
Rafaela te llena de nueva energía. De esa que rellena el alma.
Rafaela te caga a pedos y después te abraza y quizás te seque las lágrimas.
Rafaela bosteza, se queja, putea, se desespereza, se pone hiperkinética. Pero, fundamentalmente, Rafaela ríe.
Rafaela te mima, y si ella no puede hacerlo, te manda a Gabo para suplantarla.
Rafaela te cobija y te abriga con dos mantas cuando hace frío.
Rafaela no pregunta, abre su corazón.
Rafaela te sirve un trago y te pregunta como estás.
Rafaela te baja las persianas y te deja todo el fin de semana atrapado a sus garras.
Rafaela comparte las ultimas colillas que le quedan. Y te ofrece, siempre, el ultimo trago. Y después manda a alguno a comprar con la bici.
Rafaela, a veces, vuela en bicicleta.
Rafaela, siempre, te aguanta.
Pero fundamentalmente, Rafaela se la aguanta.

sábado, 21 de agosto de 2010

el balconcito

"Sin vos no hay fiesta en el salón,
sin vos no hay murga en mi balcón,
sin vos no hay vino que me endulce los latidos"
                           Don Lunfardo y el señor Otario

Nos acompañan la luna y las risas.
La espuma y el humo se acomodan en primera fila.
Las palabras fluyen por un río de caricias.
La rosca intenta pero no puede penetrarnos.
Lo otro es más fuerte. Lo nuestro es más fuerte.
Tus ojos brillan quizás por alegría, quizás no.
Armamos un juego que termina con un beso.
Besaste más lindo que siempre esa noche.
Me atrapaste en tus brazos, con un abrazo,
y te entregaste a los míos para entrar en sueño profundo.
No fue como otra noche. Fue esa noche.
Brindo, entonces, por más noches como esa.
Brindo por tus ojos que me miran
y por tu cuerpo que me pide que te mire.
Brindo por nosotros, que no tenemos rótulo.
Brindo por mañana y por ayer.
Pero fundamentalmente brindo por el ahora.